El vestido de sus sueños

1530 Words
Sonia rogaba porque el día de la boda llegara y así poder deshacerse de una vez por todas de Mía, faltaba poco para ese día y todavía no tenía el vestido, ella se estaba encargando de los detalles del banquete, estaba en comunicación con la madre de Carlo, Mía no quería participar en nada, así que ese día la obligaría a ir por el vestido de una vez por todas, lo que tenía que hacer con tal de deshacerse de esa malcriada. —Mía en treinta minutos te espero en el auto, iremos a comprar el vestido, tendrá que ser uno de tantos, me hubiera gustado que fuera exclusivo, pero no has querido que te tomen las medidas con tiempo. —Compra el que a ti te parezca Sonia, la verdad no me interesa, no podre acompañarte - dijo con desenfado. —No te estoy preguntando, irás quieras o no, si te niegas te llevaré a rastras —ordeno a uno de sus hombres de confianza que llevara a Mía al auto, si se resistía debía cargarla. De mala gana Mía subió al auto, Sonia no permitió que Caroline las acompañara, se contuvo una vez más, moría de ganas de sacarle los ojos a esa bruja, esa mujer era terriblemente intolerante, insistía en no permitir que estuviera cerca de su hermana. Llegaron a una exclusiva casa de moda. Sonia empezó a elegir vestidos para que se los probara, todos eran hermosos pues no quería quedar mal con la familia de Carlo, eran muy poderosos y era mejor no contrariarlos, ya estaba cansada de fingir interés en todo aquello, pero no le quedaba de otra. El primer vestido era bonito, pero las abombadas mangas lo hacían parecer demasiado vaporoso, Sonia insistía en que se llevara ese, como si no pudiera notar el gesto de burla que intentó ocultar cuando se lo vio puesto. El segundo vestido llevaba una falda circular, era corto de enfrente, definitivamente no quería estar frente al altar enseñando Gran parte de sus piernas. El tercer vestido tenía un ligero color crema, brocados y encajes del mismo color, a Mía le pareció que ese podría ser el correcto. Sonia se negó rotundamente, la madre del novio había especificado que el vestido tenía que ser completamente blanco, representando la pureza de la novia, al escuchar esto, Mía sonrió internamente. Después de un rato, Sonia comenzó a ponerse de mal humor, Mía hizo todo más lentamente, quería ver hasta donde era capaz de aguantar esa mujer con tal de deshacerse de ella. Se probo varios más, no encontraba ninguno de su agrado, al final se midió un vestido precioso, tenía bordados en pedrería, acentuaba muy bien su pequeña cintura, era estrapless, la falda era semicircular, una gran cola se extendía ampliamente, un sueño echo vestido, era vaporoso pero sin exagerar, era el ideal pensó Mía, pidió que la dejaran sola un momento, al verse al espejo no pudo evitar llorar desconsoladamente, siempre soñó con un vestido así para el día en que se casara con el amor de su vida y obviamente Carlo no lo era. Sonia pensó que era demasiado vestido para una chica tan insignificante como ella, pero tenía que aparentar que le agradaba como se le veía, después de elegir el vestido pidió un velo largo, pues la mamá de Carlo quería que entrará a la iglesia con el rostro cubierto, enseguida buscó lencería de encaje en color blanco, eligió los modelos más atrevidos, sabía que a Carlo le agradaría, Mía sintió el impulso de aventárselos a la cara, apretó los puños fuertemente para no hacerlo, si tanto le gustaban debería de ponerse los ella. Cuando regresaron a la casa, Mía se encerró en su habitación, llamó a Thara, necesitaba hablar con alguien, desahogarse, sentía que esa sensación en el pecho en cualquier momento lo haría estallar, la cubana enseguida acudió a su llamado, Sonia la observó de arriba abajo, esa chica no era de su agrado, después pasó a su lado ignorando la completamente. —Hola amiga, vine lo más rápido que pude ¿Qué pasa? ¿Por qué estás así? —Sonia me obligo a medirme el vestido de novia, es un sueño, pareciera que lo hicieron para mí, me quedó perfecto. —Si te gustó, entonces no entiendo por qué estás así. —Sabes que no amo a Carlo, me hubiera gustado usarlo en una boda real. —El matrimonio será real, amiga y eso lo sabes. —Me refiero a que me hubiera gustado utilizarlo para casarme con alguien del cual estuviera enamorada. — ¡ay amiga! En verdad lo siento - exclamó Thara con profunda tristeza. —Sabes espero con ansias la noche de bodas, si Carlo me obliga a estar con él se dará cuenta de que no es el primero, si de algo no me arrepiento es de aquella noche, de haber estado con ese hombre, aún me intriga no saber quién es, no haber visto su rostro. — ¿No estás arrepentida de lo que ocurrió esa noche? —En lo absoluto. —Te Confieso que tengo miedo de lo que te pueda hacer Carlo al enterarse, no lo conoces bien, quien sabe de lo que será capaz. —No es que me importe realmente, puede hacer lo que le dé la gana, no remediar a nada con eso. Mía no sabía ni se imaginaba quien era Carlo realmente, ni lo agresivo que podía llegar a ser, siempre había tenido problemas para controlar su ira, definitivamente su reacción al enterarse de que no era el primero, podría poner en peligro a Mía. Por la noche Thara pidió a Mía que la acompañara a la inauguración de un nuevo restaurante, después de tanto insistir por fin aceptó, Salieron evitando que Sonia se diera cuenta de que salían, últimamente quería restringir sus salidas bajo el pretexto de evitar Carlo se molestara, cuando llegaron tuvieron algunos problemas para lograr entrar. El lugar estaba lleno y no encontraban la reservación echa por Thara, tuvieron que esperar para que les consiguieran una mesa, Mía noto que algo llamó la atención de algunas chicas que ahí se encontraban, al voltear a ver en la dirección en la que ellas miraban, logro ver la causa de la distracción de aquellas chicas, era un hombre que se retiraba, iba acompañado por otros hombres, pero él destacaba sobre los demás, era muy alto, fornido, su cabello en color n***o resaltaba el bronceado color de su piel, aunque solo lo vio de perfil pudo notar que usaba barba, era un hombre muy guapo, no pareció darse cuenta de las miradas lascivas que provocaba al pasar, se perdió un momento mientras lo observaba. —Amiga, hey, oye, Mía te estoy hablando chica. —¡Eh! ¿Qué? Perdón estaba distraída. —Jajaja ya vi el motivo de tu distracción, mide casi dos metros y tiene un trasero de infarto, tremendo moreno es ese. —Thara no puedes decir eso en voz alta, te podrían escuchar. —Si puedo y lo dije, lo siento amiga jajaja. Mía sonrió, eso era algo que en Thara nunca iba a cambiar, a decir verdad esa espontaneidad era lo que amaba en ella, alegraba sus días con sus bromas y ocurrencias, en cambio ella era más seria. Ahmed había acudido a cenar al nuevo restaurante, pertenecía a uno de los amigos de Cambell iba con él y con Zafir, al dirigirse a la salida alcanzó a escuchar los comentarios que hacían sobre él algunas chicas, como siempre los ignoro, siguió su camino sin voltear, si lo hubiera hecho, hubiera terminado su búsqueda en ese momento, se sentía agotado, solo quería regresar Nueva York para poder descansar. Su chófer lo esperaba en la salida del lugar, subió al auto para dirigirse al aeropuerto, se sentía fastidiado de tantas reuniones, no entendía como Cambell pensaba todavía en divertirse. Después de casi seis horas de vuelo llegó a Nueva York, ese ir y venir a la ciudad de Los Ángeles lo agotaba, llegó a su mansión que lo recibió tan fría como siempre, vivía encerrado en sus recuerdos, las cosas de su esposa y las de sus hijos estaban tal y como ellos las habían dejado, la nana de sus hijos se había convertido en el ama de llaves y era la encargada de cuidar que nada fuera movido de su lugar, era la primera indicación que se daba cuando entraba nuevo personal. Ahmed se dio un baño y después se dirigió a la recamara de sus hijos, se acostó sobre la cama y abrazo el muñeco favorito de su hijo, era un dinosaurio enorme en color café. Así se quedó dormido, en ese mundo es donde los podía ver, siempre a lo lejos, cuanto deseaba poder abrazar a su familia, aunque sea en sueños, pero no se le permitía, creía que ese era su castigo por todo lo que había hecho. Si tan solo hubiera decidido cambiar a tiempo, su familia estaría aún con él, se sentía sólo, él pensar en tener que regresar a su país lo ponía alterado, su padre continuamente se lo solicitaba y él de una y mil maneras se negaba a aceptar.
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