Su víctima

1528 Words
Por la mañana Ahmed regresó a Nueva York, se encontraba desesperado intentando encontrar a la chica, al llegar a su oficina, se puso a revisar algunos asuntos importantes, intentó concentrarse en su trabajo, pero fue imposible, aventó los documentos, se sentía frustrado, más tarde recibió una llamada de Zafir, tomó el teléfono y contestó inmediatamente. —Aló Zafir ¿la has localizado? —Aún no, pero he conseguido los videos del restaurante, enseguida se los enviaré, contienen información muy importante. —Ok, los revisaré, gracias - quedó intrigado ¿qué podían contener aquellos videos para que fueran tan importantes?. Zafir le envío un corto video, Ahmed quedó sorprendido al ver su contenido, en él se podía ver claramente como una mujer vertía el contenido de un sobre dentro de su bebida, aprovechando que él se había alejado para ir al baño, cuando regreso a la mesa, aquella mujer pidió brindar por el trato que acababan de cerrar con otra compañía, todos brindaron gustosamente, un rato después fue que comenzó a sentir los efectos. Esa mujer era Sara Garner, una mujer fría y calculadora que hacia un año se había asociado con él, desde entonces trataba de conquistarlo, Ahmed pensó en disolver la sociedad con ella, pero la mujer era un as para los negocios, por eso prefirió tolerarla, al vivir ella en Los Ángeles no la veía muy seguido, esta vez se había pasado de la raya y se encargaría de hacérselo saber, tomo su celular para llamar a Zafir. —Aló jefe. —Zafir encárgate de que nuestra filial de allá devuelva todos los microchips que adquirimos con el corporativo Garner. — ¿Está seguro señor? Eso afectaría la producción de los nuevos equipos. —Será temporalmente, yo me encargaré de devolver todos los que llegaron aquí, esperaré pacientemente a que Sara Garner venga a reclamarme, estoy seguro de que lo hará. Desde que conoció a Sara le era difícil creer que una mujer con esa complexión y estatura fuera tan temida en el mundo empresarial, era de baja estatura, media 1.55 metros, era muy delgada, su pelo era n***o, corto hasta los hombros, poseía un dulce rostro que era capaz de engañar a cualquiera que no conociera su verdadera personalidad, era implacable en los negocios, tenía por hobby destruir a sus enemigos, además de coleccionar amantes por todo el mundo. En otro video que le envío Zafir, pudo ver como un rato después de que él subió a la habitación, Sara también lo hizo, estuvo un buen rato llamando a la puerta sin saber que él se encontraba en la otra habitación, al ver que no abría, decidió marcharse. Ahora más que nunca estaba decidido a encontrar la chica, pues tenía la certeza de que esa hermosa mujer fue tan solo su víctima, no entendía por qué se le quedó tan grabada su esencia, durante cuatro años nadie logró llamar su atención y ahora con ella le sucedía esto. Innumerables mujeres habían intentado conquistarlo, desde exitosas modelos hasta magníficas empresarias, todas obtenían siempre el mismo resultado, no lograban que aceptará ni siquiera invitaciones a comer, sus socios también habían intentado que aceptará a alguna de sus hijas, pero las rechazaba cortésmente. Debido a eso se había empezado a extender el rumor de que quizá le gustaban los hombres, además de que siempre era visto en compañía de Cambell, que aunque era conocido como todo un playboy, eso no impedía que siguieran los rumores. Debido a ese tipo de rumores, algunos chicos comenzaron a buscarlo, en una ocasión un chico entró a su recámara mientras dormía, era el trabajador de un hotel, confundió su amabilidad con algo más, Ahmed se despertó sobresaltado al sentir que lo acariciaban, el pobre chico recibió unos buenos golpes, afortunadamente Cambell estaba hospedado en el cuarto contiguo y pudo llegar a tiempo. Su amigo sabía que aquello era algo serio, aun así al otro día no pudo evitar bromear sobre el asunto. En otro lugar, Carlo despertó tarde, al intentar levantarse un fuerte dolor taladró su cabeza, la noche anterior la había pasado en grande en su despedida y ahora pagaba las consecuencias, se levantó de mal humor, tenía una reunión muy importante, si no se apresuraba no llegaría a tiempo, ya estaba acostumbrado a aquellos excesos. Al levantarse sintió que jalaron su brazo, se sorprendió pues siempre acostumbraba dormir solo. — ¿Qué demonios? —Regresa a la cama, guapo. Le sorprendió escuchar esa melosa voz, al voltear vio que la bailarina exótica de la noche anterior estaba desnuda acostada a su lado y después de esta, estaba otra chica que aun dormía. La bailarina le sonrió sensualmente, era una mujer hermosa con un cuerpo espléndido. —¿Qué carajos hacen aquí? Les dije claro anoche que se largaran, como se atrevieron a quedarse. —Pensamos que quizá querrías un poco más de diversión, como la pasamos también anoche - la chica sonrió, pensaba ilusamente que él accedería. Carlo se puso como loco, jamás amanecía junto a una mujer y menos de esa clase, aventó una almohada sobre la chica que dormía, mientras les gritaba una serie de improperios, las tomo a ambas por el brazo, las saco de la casa de muy mala manera, sin importarle que estaban completamente desnudas, las chicas se resistían a salir pues querían tomar sus cosas, pero no se los permitió. Después de sacarlas regresó a la habitación, deseaba darse un baño, antes de hacerlo llamó al jefe de seguridad para que prohibiera a sus hombres ayudar a esas mujeres, tal y como estaban debían echarlas a la calle. Los guardaespaldas sintieron lástima por ellas, pero desobedecer una orden de su jefe era una sentencia a muerte y no estaban dispuestos a arriesgarse, después de todo las chicas sabían a lo que se arriesgaban al tener esa clase de trabajo. Las sacaron a la calle, las chicas suplicaba que las dejaran cubrirse y que les devolvieran sus bolsos, los guardaespaldas agacharon la cabeza y cerraron la puerta, no era la primera vez que su jefe hacía eso, tal pareciera que después de estar con ellas le parecían repugnantes, es algo que no lograban comprender, pero evitaban hacer comentarios, estaban ahí porque pagaba muy bien y mientras lo obedecieron fielmente, no tendrían ningún problema. Mientras se bañaba, Carlo trataba de controlar su ira, como se atrevían esas mujeres a suponer que él estaría de nuevo con ellas, la única mujer digna de amanecer todos los días junto a él sería su esposa, su humor mejoró al recordar a Mía, recordar el sabor de sus labios encendió su cuerpo, tomo su m*****o y comenzó a darse placer manteniendo los ojos cerrados, mientras imaginaba el momento en el que Mía sería por fin suya. El iluso hombre pensaba desde hacía tiempo en ser el primero en su cama, en ser quien la enseñara a amar, a complacerlo totalmente, la haría a su manera una chica como ella necesitaba un hombre como él, alguien a quien obedecer, alguien que la protegería a toda costa de lo que fuera. En la oficina de Ahmed, Anelie escuchaba tras la puerta la conversación que mantenía su jefe con Cambell. —Amigo, te has obsesionado con esa chica, ya ni se ha de acordar de ti. —No es obsesión, le hice daño y deseo repararlo. —No creí que fueras en serio con eso, te desconozco amigo. —Nunca había hablado tan en serio como ahora, es una chica hermosa no le di tiempo a nada, tome su primera vez de la peor manera, ella no me busco, yo invadí su privacidad, eso es lo que no puedo sacar de mi cabeza. —Espero la encuentres pronto, entre más tiempo pase te será más difícil, sobre todo si olvidas su rostro. —Olvidar un rostro tan hermoso es algo que nunca haré, eso tenlo por seguro, no descansaré hasta encontrarla. —Si tú lo dices, sabes que como siempre yo te apoyo, ojalá la encuentres y cuando lo hagas te permita reparar el daño. —No será fácil, ni siquiera se como me acercaré a ella, que es lo que podré decirle para no asustarla, podría tal vez rechazare a la primera, en verdad no se cual será su reacción. Anelie regresó a su escritorio echa una furia, no sabía quien era esa chica de la que hablaban, pero si Ahmed la encontraba, ella se encargaría de hacerla ver su suerte, él era de ella y de nadie más, solo que estaba confundido, estaba segura que tarde o temprano se daría cuenta de que era a ella a quien amaba. Pensaba que Ahmed se sentía culpable porque ella fue la mejor amiga de Lyna, por eso la rechazaba aun cuando la deseaba de la misma manera que ella lo deseaba a él, tendría paciencia para esperar a que se diera cuenta de que estaba equivocado. Pensaba que Ahmed toleraria sus tonterías por siempre, el árabe ya estaba cansado, era una mujer vulgar, consideraba que daba mala imagen a su oficina, además no tenía idea de cómo hacer bien su trabajo, se la pasaba molestando a sus compañeros para que hicieran su trabajo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD