Atrapado en sus recuerdos

1535 Words
Carlo llevo a Mía hasta su auto, la obligó a subir, antes de cerrar la puerta le lanzó una advertencia. —Aquí te quedas, cuidado y te bajas porque no respondo. Subió al auto, se acercó a Mía y le colocó el cinturón de seguridad, estaba furioso, sabía que tenía que tranquilizarse o las cosas no iban a terminar muy bien. Thara y Caroline salieron de prisa del club, tenían que llegar a su casa antes que Carlo, si su madre se enteraba de que salió sin su permiso no la pasaría nada bien, una ventaja era que Carlo no la había visto. Mía estaba distraída en sus pensamientos, después de un rato reaccionó, volteó a ver por la ventana y notó que estaba en una zona desconocida. —¿En dónde estamos? —Bel Air. —¿Por qué me has traído aquí? —Aquí vivo, te quedarás conmigo hasta la boda, así me aseguraré de que no cometas alguna locura, pasado mañana te llevaré a tu casa, por Sonia no te preocupes, le avisaré que estás conmigo. El nerviosismo de Mía aumentó, prefirió callar, era inútil tratar de discutir con él. Carlo detuvo el auto frente a un enorme portón, al abrirse, el auto avanzó por un camino rodeado de árboles, al final de este había una impresionante mansión, Mía estaba asombrada, al notarlo Carlo sonrió. —¿Te gusta? Pronto todo esto también será tuyo, después de la boda nos iremos a Nueva York un tiempo antes de ir a Italia, viviremos en la zona de Todt Hill. —No me gusta esa zona, se dice que es conocida por sus vínculos con la mafia italiana. —Desconozco esa información, las veces que he estado ahí me ha parecido una zona muy tranquila. Carlo bajó del auto, cuando intentó abrir la puerta para que bajara Mía, ella bajó sin permitírselo. La tomó por el brazo y la guio al interior, ella trató de zafarse de su agarre, pero él no se lo permitió, en el interior llamó a la servidumbre, eran varias personas que estaban a su servicio, en un momento todos estaban parados frente a ellos. —Ella es Mía, pronto se convertirá en mi esposa, desde ahora están a su servicio, su palabra vale tanto como la mía ¿entendido? —Sí señor —contestaron al unísono. Llevó a Mía hacia la enorme escalera, subieron para enseguida dirigirse por un gran pasillo a una de las habitaciones, Carlo la abrió y la obligó a entrar en ella, era muy amplia, con una sobria decoración, el lujo se dejaba ver en cada detalle. —Esta será tu habitación, al lado de la cama hay un timbre, si deseas que alguien venga, solo tienes que llamar, en ese intercomunicador puedes pedir lo que desees, tú solo pídelo y te lo traerán enseguida, puedes ir a donde gustes dentro de la propiedad. —Esto es demasiado, soy tu prometida no tu prisionera. —Tómalo como quieras, ya me demostraste que no puedo confiar en ti, no me arriesgarse a que cometas una locura. Se paró frente a ella, intentó besarla, ella lo rechazo, pensó en insistir pero se controlo. —Por ahora no insistiré, eso cambiará en cuanto nos casemos, se acabarán tus rechazos y tus desplantes, eso tenlo por seguro. Se retiró de ahí visiblemente molesto, entró a su despacho, donde una joven mucama hacía la limpieza, la chica le sonrió cuando él se acercó, no había notado lo bonita que era, tenía una hermosa cara y un escultural cuerpo, sin decir una palabra la beso. Era la primera vez que la joven estaba en brazos de un hombre, su jefe le encantaba, pero nunca la había volteado a ver, a Carlo por su parte no le importo que fuera su primera vez, en cuanto se sintió satisfecho se vistió, volteó a verla para luego dirigirse hacia ella de forma cínica. —Pasa por tu liquidación, ordenaré que te paguen el doble, debes abandonar la mansión hoy mismo. —Pero creí que.... —Nada, tú no creíste nada, sal de aquí de una buena vez. La chica se vistió para enseguida salir corriendo, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Carlo encendió un cigarrillo, esa muchacha tonta creería que él tendría algo más con ella, solo había servido para calmarle las ganas que Mía le despertaba, se retiró a su recámara, venciendo la tentación que le provocaba saber que ella dormía tan solo a unos pasos de él. En el corporativo ASTECH, Cambell se hacía cargo de las reuniones del día, desde hacía cuatro años Ahmed faltaba en esa fecha, era un día muy difícil para él, le traía amargos recuerdos. Ahmed se encontraba encerrado en la habitación de sus hijos, ese día nadie podía molestarlo, así que les daba el día libre a sus empleados, recostado sobre la cama de su pequeño hijo, abrazaba de nuevo su juguete favorito, cerró los ojos y sin poder evitarlo comenzó a recordar. Conoció a Lyna nueve años atrás, cuando él tenía veintitrés años, ella estaba de vacaciones en Dubai junto a sus primas, él era el príncipe heredero, ese día la salvó después de que la corriente la arrastrara cuando hacía snorkel en Fujaira, hubo una tormenta que los tomó desprevenidos, Ahmed paseaba en Yate con algunos inversionistas extranjeros. La tormenta comenzó de imprevisto, él era un experto nadador y logró sacar a la chica de las aguas turbulentas, el flechazo se dio de inmediato, ella tenía diecinueve años, cuando la vio pensó que era una chica hermosa, era muy alta de tez muy blanca, tenía el cabello color de fuego y unos enormes ojos verdes, a los pocos días regresó a Suiza, pero mantuvieron comunicación a distancia, un año después se casaron, aún en contra de la familia real, según sus costumbres, Ahmed debería casarse con Aracha Amin, una chica que pertenecía a una de las mejores familias de los Emiratos Árabes y con quien lo habían comprometido desde niño, él tenía cuatro años cuando ella nació. Ahmed era sucesor al trono, renunció para poder casarse con Lyna, ante el desagrado de su familia, sus padres nunca aceptaron su renuncia al trono, esperaban que reaccionara y decidiera volver, se mudaron a vivir en los Estados Unidos, él creó su propia empresa, pronto se convirtió en un CEO muy importante en la ciudad de Nueva York, con el tiempo fue cambiando su actitud, cinco años después de su matrimonio era padres de dos hermosos pequeños, Abdel de cuatro años y Antara de tan solo seis meses, él se volvió adicto a las fiestas y a la diversión, las mujeres eran su perdición, no podía resistirse ante una mujer bella, al ser millonario, él no tenía que buscarlas, ellas lo buscaban a él, su esposa y sus hijos pasaron a segundo plano. Lyna lo amaba y le perdonó varias infidelidades, tenía que soportar las burlas de esas mujeres, hasta que se cansó y le dio un ultimátum, o cambiaba o ella regresaría con sus hijos a Suiza, Ahmed prometió cambiar. Todo parecía ir bien hasta que un día Lyna llegó de imprevisto a la empresa, entró sin avisar en la oficina de Ahmed, encontrándolo desnudo junto a su secretaria, salió de ahí y tomó a sus hijos y subió a un avión privado para regresar a Suiza. Ahmed no la siguió, su orgullo no se lo permitió, pensó que regresaría como tantas otras veces y lo perdonaría como otras veces lo había hecho. Al otro día recibió una llamada de los familiares de Lyna, el avión nunca llegó a su destino, Ahmed se volvió loco buscándolos, días después los restos del avión fueron encontrados en una reserva boscosa en las cercanías de Zurich, Ahmed cambio completamente desde ese día, se quedó en Estados Unidos, negándose a regresar a Dubai, se volvió de mal carácter, viviendo solo para trabajar, alejándose de todo lo que no lo ayudara a tener poder, tratando así de mitigar un poco el dolor que sentía por la pérdida de su familia, Cambell fue su apoyo en todo momento, fue el único que soporto sus arranques de ira y su mala actitud. La familia de Lyna lo culpaba, tuvo que pagar abogados para poder llevar los cuerpos de regreso a Estados Unidos, porque la familia no se los quería entregar. Fue muy duro tener que llegar a ese punto con una familia que lo había acogido como un m*****o más, desde entonces no habían querido saber más de él. No podía olvidar lo que sintió al ver sus cuerpos inertes, en ese momento quería regresar el tiempo y evitar todo aquello. El rubio en esos momentos era su único amigo, los demás se esfumaron, pensaron que pronto caería en bancarrota y no consideraron que fuera necesario conservar su amistad, el mundo de los grandes negocios suele ser muy duro, no todos te dan la mano, al contrario, tratarán de hundirte más si es que pueden, grandes hombres se han suicidado por esta razón. Cuando logró retomar su lugar en el mundo de los negocios, se encargo de arruinar a todos aquellos que le dieron la espalda, tratando de beneficiarse con su situación.
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