I Macedonia

2264 Words
Macedonia era un país muy bello, poseía la extensión más basta que cualquier nación sobre la tierra, nombrada así por Chandraraj el primer Marajá quien conquistó y reinó con sabiduría y en ciertas ocasiones con tiranía; Chandraraj logró lo que nadie había hecho, unificar en un solo y gran reino las sietes regiones más importantes del occidente. Por lo tanto Macedonia no solo era grande e intrigante, si no que además gozaba de excelentes paisajes, variedad de climas desde el frio hasta el calor intenso, diferentes flora y fauna, incluidos algunos especímenes no encontrados en ninguna otra región, si podemos presumir de ello, diferentes biomas, pues al oeste se encontraban las dos grandes regiones de selva conocidas como la región de selva húmeda y llana de Utonia y la selva seca y basta de Kotrapi; al norte con la zona boscosa de Polinar, que no solo proporcionaba un clima agradable y los arboles más extensos y enormes de todo el reino, también ofrecía el gran contraste con todo el resto de las regiones del país. Por un lado en el este Macedonia poseía la región de Kantras que no era más que kilómetros y kilómetros de la arena más blanca y suave de todo el planeta, así como de un mar tan cristalino que podías atrapar a los peces con las manos, la temperatura del agua era perfecta pues en verano era fría, mientras que en invierno era caliente y justo en el centro del mar en plena temporada invernal se congelaba y hervía a la vez ocasionando un fenómeno espectacular a la vista ya que en ciertas ocasiones del día emitían su propio arcoíris y por la noche era como un pequeño faro para aquellos que gustaban de quedarse nadando hasta tarde. Pero justo en el Sur se erguían las majestuosas montañas  que unían a la región de Lituania y Argeña, un paraíso invernal casi la mayor época del año, pues el invierno posaba en estas regiones ocho de los doce meses del año, pues los otros cuatro se la pasaba de viaje en las demás regiones excepto por una la región capital de Macedonia, en los cuatro meses que estas no estaban congeladas, existía la mezcla perfecta entre los grandes bosques de coníferas, unas extensas praderas irregulares, un pequeño volcán dormido y unas aguas termales que jamás se congelaban y que estaban partidas a la mitad por la frontera de estas dos regiones. Macedonia por su parte era una región de desierto, con muy poca vegetación, el calor era más fuerte ahí que en otras regiones, de ahí que se creyera que ese calor intenso corría por las venas de Chandraraj, por eso conquisto cada una de las regiones, ya que se decía que ese calor le concedía una voluntad de fuego tan arraigado en el que no habría ejercito sobre la tierra que lo pudiera detener. Fue con esa voluntad, paso firme y una buena cómplice que con su ejército de apenas tres mil hombres logro conquistar las regiones restantes y así unificar a la gran Macedonia. Al término de la gran guerra Chandraraj se unió formalmente con la capitana de sus ejércitos la que pasaría a ser llamada la gran consorte Alessa, la cual algunos describen como una mujer muy apasionada, inteligente, bondadosa, buena con las armas, pero mucho mejor con dagas y arcos.  Tan sensible como bella, de unos ojos verdes como las esmeraldas, un cabello color caoba, liso y largo que también se rumoraba por ahí que en ciertas batallas lo llego a usar como arma, y además sabía bailar, pintar y asestar un buen golpe a puño limpio. Alessa fue la mejor consejera del marajá y juntos el reino de Macedonia se convirtió en la potencia a derrocar por todas las naciones, en especial por Britannia el rey Nathaniel Andrew Winsorter Mcglegan I gran rey y soberano de Britannia y las Indias creía que si Macedonia le pertenecía no habría quien los detuviera y serían mucho más ricos y poderosos por los siglos de los siglos no habría quien logra destruir a Britania y a su maquinaria. Es por eso que en los años siguientes se generaron varios intentos fallidos de conquistar a Macedonia, por ese tiempo los marajás estaban esperando a su segundo heredero al cual le pondrían Fallan, ya que la primera había sido una hermosa  niña a la cual le dieron el nombre de Liz, razón suficiente para ya no querer seguir peleando pues la marajá pronto entraría en labores y Chandraraj quería estar a su lado, fue cuando en la última incursión del rey Nathaniel Chandraraj lo tomo como rehén hasta que Alessa diera a luz a Fallan. Fallan nació pesando tan solo un Kilogramo ochocientos miligramos, estaba delicado y no le daban buenos pronósticos a los marajás, la noticia del pequeño rajad enfermo se corrió por todos los rincones  de Macedonia, incluso llego a Prim donde estaba el rey Nathaniel como prisionero. Nathaniel inteligente como siempre le propuso un trato al marajá, sabía que el marajá tenía una hija la cual nunca llegaría al trono pero podría servirle a él como excusa perfecta para reclamar el trono de Macedonia a la muerte de Fallan, claro siempre y cuando los dos marajás no tuvieran más hijos. Nathaniel prometía traer médicos que atendieran y curaran al pequeño rajad siempre y cuando Chandraraj le concediera su libertad y la mano de su hija Liz como sello de paz entre Britannia y Macedonia y claro como firma de su alianza política en donde prometía ayudar fielmente a Macedonia y nunca más intentar invadirla. A Chandraraj no le parecía del todo descabellada la idea, lo único que no le parecía del todo era entregar a su hija de tan solo quince años a un rey de casi cuarenta años, aunque sabía que si lo hacía y ellos procreaban un hijo, ese sería su nieto el próximo rey de Britania y así las dos potencias estarían emparentadas y le dejaría un camino seguro y sin guerras a Fallan, Chandraraj se dirigió a los jardines del pensamiento del palacio para meditar. No había lugar alguno en ese palacio que esos jardines extensos, llenos de pasto y arboles traídos de diferentes regiones de las naciones para que se representaran ahí en el palacio para que ninguno de los marajás por venir olvidaran que estaban ahí por y para el pueblo, con flores exóticas y muchas fuentes a lo largo de él. Pero sin duda el lugar favorito de era la banca debajo del cerezo traído desde una lejana nación del oriente que comenzaba a levantarse y con quien pronto debería obtener un tratado: — ¿Debo entregar a un hijo por otro?, se habla de que los médicos de Britannia son los mejores y quizás sean la única esperanza para mi pequeño Fallen, Pero ¿A cambio de la felicidad de mi pequeña Liz? El marajá caminaba de un lugar a otro con sus preocupaciones que no se dio cuenta cuando Alessa llegó hasta donde él estaba y escucho todo su monologo interno, fue ella quien tomó la decisión final, enviar a Liz con Nathaniel. Los días pasaron y se preparan una ceremonia en la cual se unirían Nathaniel y Liz ante los ojos de Brahma y del pueblo entero de macedonia, Nathaniel por su parte estaba feliz y Liz seguía sin poder entender lo que estaba sucediendo a sus ojos sus padres habían elegido a Fallan por sobre ella y la entregaban a un desconocido, el cual también era su enemigo. La ceremonia se llevó acabo y Liz partió para siempre de Macedonia a una vida que ella jamás pidió, llena de tantas amarguras y trampas que acabo con su vida, por su parte Nathaniel cumplió con lo pactado, trajo a los mejores galenos que existían en  Britannia para salvar a Fallen y para asegurarse de que los marajás no tuvieran más hijos. Los Galenos de Britannia habían descubierto hace poco una nueva pócima que desde el primer sorbo causa esterilidad instantánea, pócima que por indicaciones del rey Nathaniel le dieron de beber tanto a Fallen como a su madre. Los días pasaron y el pequeño Fallen se fue fortaleciendo, mientras que el corazón del atormentado marajá se debilitaba al no tener noticias de su Liz, Alessa por otra parte se regocijaba al ver como su pequeño Fallen viviría, era claro que para ella Liz era la última de sus preocupaciones existenciales. Los días se convirtieron en meses, estos en años, años donde Britannia no volvió a intentar conquistar a Macedonia, pero también años en donde parecía que los marajás no habían tenido ningún otro hijo más que Fallen, pues parecía que a Liz se la había desaparecido de la faz de la tierra. Fue una tarde de marzo, de un día el cual no se requiere recordar, cuando la recién llegada lluvia caía y se podía apreciar el olor de la arena recién mojada, del poco pasto que aun comenzaba a crecer en palacio, las flores que brotaban una a una por el reciente cambio de estación. Por los largos pasillos del castillo corría un pobre mensajero empapado por la lluvia semi cálida que cubría toda Macedonia. El mensajero un muchacho no mayor a los veinte años llevaba un sobre con los escudos reales de Britannia, corría por esos enormes pasillos, algunos techados otros al descubierto para lucir las exóticas plantas que adornaban los costados y algunos más con paredes decoradas con algunas piedras preciosas obtenidas de todas las ciudades de Macedonia. El joven mensajero llego hasta la sala real buscando a los marajás, su tez blanca parecía de ultratumba, una mezcla del frio causado por la pequeña gran mojada recibida y la noticia que se había escuchado en las bodegas de los navíos recién llegados a costa; el chico se presentó ante los marajás, realizo una pequeña reverencia y extendió el sobre hacia Chandraraj, este al reconocer los sellos lo tomo y abrió apresuradamente como si viese a esa pequeña que antes solía llevar en sus hombros, apremiándolo para hacerlo. Pero cuando lo abrió su sorpresa fue nula, pues la noticia que menos esperaba era aquella que ahora sostenía en sus débiles y flacuchas manos. Su pequeña Liz había muerto dando a Luz a Una pequeña quien también había muerto a los pocos minutos de vida. Chandraraj quedo devastado, sintió como su alma dejaba por unos instantes su cuerpo, no solo había perdido a una hija que había tenido que entregar a una vida que tal vez no merecía por salvar a un hijo el cual no presentaba suficiente carácter; si no que también había perdido a una nieta que jamás conocería pero que con el simple hecho de saber de ella ya había generado su propio espacio en su corazón.  Chandraraj se sintió débil y de pronto varios de sus años vividos le cayeron encima obligando a sus rodillas a ceder ante el peso, sintió como el frio del mármol se colaba entre sus huesos y como un sabor jamás antes sentido a hierro se le formaba en la boca, sintió como si diez mil hombres le golpearan juntos y fue así como las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos ya hinchados por el golpe que recibió a la caída de su cuerpo.     Alessa lo miraba y no daba crédito a los que sucedía grito desesperada, asustando a un Fallan Joven que no entendía lo ocurrido. El joven mensajero se apartó de la escena al ver como el marajá se desploma tal cual bolsa de desperdicio arrojada por la puerta trasera de una casa de las orilladas; vio como la carta que él había entregado salió disparada de la mano del marajá para posarse tal cual en el frio y delicado suelo de mármol. Fallan curioso como siempre, tomo el pedazo de papel y lo leyó en voz alta: Queridos marajás de Macedonia lamento informarles con gran agravio y pena en mi alma que el día de hoy treinta y tres de Marzo a las nueve menos Cinco, nuestra amada Liz falleció en el cumplimiento del deber , al igual que nuestra pequeña Kalany quien solo tenía minutos de nacida. Con sincero aprecio y profundo dolor Nathaniel  Andrew Winsorter Mcglegan I Rey del Majestuoso y Heroico Imperio de Britannia. Alessa se congelo en el momento en que Fallan dijo las últimas palabras, fría como siempre había sido con su hija unas cuantas lágrimas rodaron por sus mejías, se dio vuelta y camino hacia Fallan lo tomo del brazo y dijo: -Bien Fallan tu hermana mayor ha muerto en algo tan sencillo y que millones de nuestros amadas súbditas hacen en el día a día, aprende de eso y no seas débil e inútil como tu hermana que ni para su deber funciono. Esas palabras flotaron en el aire mientras la Marajá salía de la sala en busca de sirvientes y un médico para su consternado raja que estaba hecho un desparpajo en el suelo frio. No pasaron más de cinco minutos cuando Alessa regreso con una comitiva lo bastante grande para levantar al marajá llevarlo a cama y esperar a que llegara el doctor y lo revisara. Ese día todos cambiaron Fallan decidió esforzarse más, Alessa se dedicó más a Chandraraj y este último se hundió día a día en alcohol, mujeres, apuestas, peleas y viajes de caza en donde finalmente perdió la vida en pies de un elefante; Fallan subió al trono con tan solo veinte años y su madre decidió terminar con su vida arrojándose de la torre de astronomía del castillo.
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