Caminaba de un lado a otro en la sala de espera del hospital de la manada, incapaz de quedarme quieto. Mi respiración era errática, mis manos temblaban y un nudo de desesperación se asentaba en mi estómago, creciendo con cada minuto que pasaba. Esto no podía estar sucediendo. No ahora. No así. Mi mente repetía la escena una y otra vez, como una pesadilla de la que no podía despertar. Había perdido el control, lo sabía. Sentí el fuego arder en mis venas, sentí la furia cegarme hasta que todo lo demás dejó de importar. Y en medio de ese estallido, terminé hiriendo a Francheska… Cerré los ojos con fuerza y pasé ambas manos por mi rostro, tratando de encontrar un resquicio de calma, pero era imposible. La imagen de ella cayendo, su grito de dolor, el olor a quemado en el aire… todo se repetí

