El sonido del pitido de un monitor cardiaco fue el primer sonido que Mackenna reconoció cuando recobró el conocimiento. El tiempo que había pasado trabajando en el hospital, más el tiempo que había pasado en uno cuando había tenido meningitis, la hacía reconocer bien ese sonido. Quería abrir los ojos, pero le dolía la cabeza, incluso parpadear le hacía querer llorar. Mientras yacía allí escuchando los sonidos de los equipos en la habitación, su corazón se aceleró al escuchar la profunda voz de Alessandro en las cercanías. Luchó contra el dolor de cabeza para abrir los ojos y encontró a una enfermera guapa parada sobre ella. —Ah, señora, despierta. La compasión en el rostro de la enfermera hizo que el corazón de Mackenna le doliera. Sabía en lo más profundo de su ser que su bebé s

