Alessandro miró la cabeza inclinada de cabello brillante de su esposa mientras lo ignoraba y llenaba un formulario en su escritorio. Aunque no estaba para nada contento con su comportamiento, admitió que le intrigaba este nuevo lado de Mackenna. Siempre había sido valiente y decidida, pero siempre había logrado persuadirla para que hiciera lo que él quería. Disfrutaba del desafío que ella le presentaba y, mientras la observaba ajustarse un rizo detrás de la oreja antes de voltear las hojas y comenzar a ingresar información en la computadora de su escritorio, admitió que su influencia sobre él todavía era extraordinariamente fuerte. Disfrutaría de traer a su esposa de vuelta a casa. —Bien, lo discutiremos más tarde durante la cena. Por ahora, te dejaré hacer tu trabajo. Casi resopló an

