Mackenna quería gritar de frustración ante su comentario. Por supuesto, todo era culpa de Dulce, se hizo una mueca enojada para sí misma. Dios no permita que el hombre asuma alguna responsabilidad por sus propias acciones. Se cruzó de brazos, apretando fuertemente los puños debajo de sus axilas para que él no viera lo mucho que deseaba lanzar el golpe derecho que había aprendido en la clase que tomó con Savannah. Respiró y habló de la manera más elocuente que pudo, a pesar de tener la mandíbula apretada con fuerza. —Te vi con los brazos alrededor de su cintura y bailando provocativamente, restregándose el uno contra el otro. Pensé que iba a vomitar y tuve que apartar la mirada. Era como ver un accidente automovilístico y no podía dejar de mirar de nuevo. Miré de nuevo y ella te estaba

