Mackenna estaba confundida cuando Alessandro le hizo señas para que se acostara en el sofá. —Creo que deberías dormir un poco. Parece que estás a punto de caerte. —No creo que pueda dormir. Apenas son las siete y media —susurró ella mientras él la empujaba hacia el sofá y levantaba sus piernas para que se estirara. Tomó la manta y la metió alrededor de sus piernas, luego ajustó la almohada debajo de su mejilla—. No puedo dormir contigo ahí parado mirándome. —Entonces echa una siesta, aunque sea de unos minutos. —La observó por un momento y luego suspiró. Se movió hacia el sillón donde había dejado su maletín y lo arrojó sobre la mesa al final del sofá. Lo abrió y antes de que ella pudiera decir algo, levantó sus piernas y se sentó debajo de ellas, sosteniendo sus pies en su regazo. Ant

