Mackenna sollozó mientras abrazaba la almohada contra su pecho. Se había despertado de la siesta con el conocimiento de por qué se sentía tan enferma, y con pánico se había sentado en la cama. Su primera reacción fue llamar a Alessandro. Lo único que encontró fue su nota en la almohada a su lado, había tenido que ir al hospital para ayudar a la madre y a la hermana de Dulce por un rato. Estaría de regreso para cenar. El dolor era insoportable. Sabía que sus llantos apenas estaban amortiguados por la almohada, y se mortificaba de no poder detenerlos. Él la había llevado a su suite y la había acostado. Había dejado las grandes puertas del dormitorio abiertas para poder vigilarla, trabajando en una mesa con su portátil durante mucho tiempo. Ella fingía no observarlo, pero él la obligó

