—¿Dónde estabas?— Alessandro ni siquiera levantó la vista. Ella sacó la lengua mientras miraba su cabeza inclinada. —En la librería. ¿Sabías que mi bebé tiene el tamaño de una judía lima? —Vio cómo sus ojos se dirigieron hacia ella—. Oh, conocí a mi nuevo músculo. Mándalo lejos. Puedo proteger mi propia judía lima, gracias. Se levantó de la mesa y extendió la mano para tomar su bolso. —¿Compraste libros? —Sí, y luego pasé la tarde leyendo en silencio sobre el tamaño de mi bebé y cómo puedes sentirte inferior y sin importancia a medida que comienzo a poner las necesidades del niño por delante de las tuyas. —Mantuvo su mirada—. Se supone que debo hacer cosas para asegurarme de que no te sientas así, pero tengo la sensación de que incluso si quisiera que tengas un poco de segunda categ

