«Cuando hube terminado con aquella criatura, le ordené que no permitiera a nadie la entrada en la cripta. No pude imaginar cómo diablos iba a poder impedirlo, pero se lo dije con tremenda autoridad y me marché rápidamente. »Volví a Alejandría, me colé en una tienda que vendía objetos antiguos y robé dos bellos ataúdes de momias, pintados y enchapados de oro. También conseguí una buena cantidad de tela para sudarios y regresé a la cripta del desierto. »Mi valor y mi miedo alcanzaron su punto álgido. »Como suele suceder cuando damos nuestra sangre a otro de nuestra r**a, o cuando la tomamos de ellos, mientras la criatura quemada tenía sus dientes en mi cuello yo había tenido visiones, una especie de ensoñaciones. Y lo que había visto y soñado tenía relación con Egipto, con la edad d

