Yo subí a regañadientes y mientras ella manejaba le preguntaba por su boda, me decía que ya casi estaba todo listo y me mostró dos servilletas preguntándome de qué color era. — Esta es blanca nácar y esta es blanco perla. — Esa es mi chica — dijo sumamente contenta mientras se estacionaba en el parqueo del hospital — bien aquí estás, me alegro mucho haberte encontrado. — A mí también, ya sabes dónde trabajo para cuando quieras venir a verme, solo espero poder recibirte. — Puedo llegar a tu casa si así lo deseas. — ¡Claro! Solo me dices donde nos reunimos para así llevarte. — Vale, ¿Sabes algo?.... Adriel te extraña. Al escuchar su nombre tuve cierta cosquilla en mi estómago pero a la misma vez un malestar grande. — El señor Lund sabía que estaría en su casa durante una semana úni

