—Ágata la cena está servida
Llama mi hermana a la puerta, me miro en el espejo del armario, mis ojos están enrojecidos de tanto llorar
—Ya voy Jade
La puerta se abre y me mira
—¿Estabas llorando? Hermana ¿Qué sucede?
Pregunta la pequeña de ojos verde claro, se doy una sonrisa triste
—Tranquila, solo Ian me contó una historia triste, eso es todo, vamos a cenar
Caminamos juntas por el pasillo hasta las escaleras, aun pienso en Ian, sus labios besando suavemente los míos, fue tan dulce y perfecto, cierro los ojos y una lágrima solitaria baja por mi mejilla; al llegar al comedor mi mamá me mira
—Oh nena, ¿Qué sucede?
—Nada Má, solo Ian
—¿Qué fue lo que te hizo ese imbécil?
Gruñe papá, mi mamá pone una mano en su hombro
—Tranquilo Dominick, deja que la niña hable
Suelta una pesa
