1

1248 Words
Capítulo uno Pov Kayla Agarro la chaqueta de cuero en el asiento de copiloto y bajo de mi fachoso escarabajo amarillo. Estoy cansada de las tonterías de mis hermanos, y con hermanos me refiero a Elián y Yannick. A Zuani no la meto en esto, porque no está, además ella evita meterse en líos. Es una persona extrovertida, pero nunca sabes lo que está pasando por su ser interior o eso es lo que me contó Key sobre ella. En fin. Entro a la mansión siendo recibida con una enorme explosión en la cocina y me pego en la frente antes de dirigirme a ese lugar mientras niego. No sé porque algo me dice que esto es obra de las dos lunas de la manada. Empujo la puerta levemente notando como ambas están pegadas a ella y entro tosiendo por la cantidad de humo que bota el horno. Corro hasta las ventanas y las abro al igual que la puerta trasera para que se ventile la cocina. No hay perdedero, todos en esta familia son unos niños. Y yo que pensé que mi abuela era la más seria, pero con los años se ha vuelto tan curiosa y cómplice de mi madre que ya no sé que tipo de personalidad es la que tiene. —Kayla, mi bebé —la señora de ojos azules y cabello cenizo extiende sus brazos llenos de carbón hacia mí con la clara intensión de limpiarse con mi ropa —¿Cómo ha ido todo? ¿Bien? —Supongo que que sí hasta que se limpio conmigo —digo y ella quita sus manos de mi camisa blanca inmediatamente. —No quise hacerlo, créeme —muerde sus labios nerviosa. El ser más pequeño de nuestra familia ríe con fuerza y niego restándole importancia, observo el horno con unas pequeñas bolitas quemadas sobre una bandeja y las señaló. —¿Qué estaban intentando hacer? —pregunto. —Sara quería hacer unas famosas galletas con relleno de chocolate por dentro que vio en una página de Internet, —la señora Irina se aproxima a sacar la bandeja —y yo decidí ayudar por obvias razones, pero ella se negó y este fue el resultado. —Irina, no tienes que ser tan franca con tus palabras —mi abuela toma asiento en uno de los taburetes de la cocina y hace un puchero viendo el resultado de su experimento —puedo hacer cualquier otra cosa, menos cocinar, es mi única debilidad. —Supongo que es porque no practica como debería —sobo su espalda y dejo un beso en su mejilla. —Tu abuelo le ha pagado a los mejores chef para que me enseñen y ni así aprendo, —suspira —pero bien dicen que para las personas que lo pueden hacer todo siempre hay una debilidad. Me acerco a mi madre y la abrazo dejando un beso en su cabeza antes de subir a mi cuarto, —Pues aún yo no he encontrado la mía y creo que tampoco la encontraré —me separo y me encamino fuera de la cocina. —Aún es muy pronto para que hables, Kayla —grita y yo niego abiertamente. Eso tal vez sea cierto. Subo las escaleras de dos en dos para llegar rápido a la segunda planta y aspiro el aire cargado a libros nuevos. Acaso mi abuela... —¿Me han comprado libros nuevos? —grito a la mitad de las escaleras sin obtener una respuesta y termino de subir al segundo piso, llevo mis pies directo a la biblioteca y con cada paso que doy el corazón me bombea fuerte llenándome de energía. ¿Qué es este sentimiento que tengo? No lo sé, pero me ha exaltado a mil. Tomo el pomo de la biblioteca con seguridad, no obstante la voz de mi padre llamándome desde la puerta de su despacho hace que la suelte y camine hacia él. —Dígame, señor Amir ¿pasa algo? —sus ojos fríos me miran sin una chispa de gracia y yo entro al despacho sabiendo que es lo que me va a decir. Me asiento en uno de los sillones del lugar y cruzo mis brazos mientras él toma asiento en su silla al frente de mí. —Escucha Kayla, —agarra su bolígrafo —tú y Zuani son mis hijas más tranquilas, por lo tanto siempre les he dado todo lo que me piden sin refutar, pero sinceramente no sé qué más darte —toma el puente de su nariz —eres inteligente, coordenada, tienes muy buenas ideas para todo lo que se te ocurre, nunca desobedeces nuestras reglas en la casa y sobre todo, ya tienes un título en la universidad en Arquitectura, solo tienes que firmar la hoja que te mando el director del departamento y aún así sigues empeñada en que necesitas otros profesores para enseñarte lo que ya sabes. —Pero es que... Me corta —El hijo del señor Relish será tu último profesor, porque entiendo que es mucho más joven que los demás tutores que te han dado y puede que sepa cosas que los demás no —abro mi boca para refutar y él alza su dedo índice —después de pasado el mes, firmaras el documento que te mandará el director del departamento de Arquitectura y recibirás tu título, ¿de acuerdo? Asiento —Está bien, acepto su decisión, pero creo que mi miedo radica en el, ¿Qué voy a hacer cuando termine de estudiar? ¿Conseguiré algún proyecto? ¿Seguiré estudiando otras cosas? —Kayla, nuestra empresa está constantemente en expansión a diferentes ramas y tú lo sabes, si quieres un proyecto grande en otro país construyendo una de nuestras cedes simplemente redacta un informe con los pro y contras y preséntalo sin miedo —juega con sus manos entrelazadas —ahora, si quieres seguir estudiando otras cosas puedes hacerlo, yo no te lo voy a prohibir —sus ojos azules me enfocan de manera intensa —pero no malgastes tu tiempo en una cosa que ya sabes, porque eso es lo único que estás haciendo. Aplasto los labios y bajo la cabeza a mis pies cubiertos por las botas negras que cargo puesta —Lo sé y lo siento. —No tienes porque disculparte, no has hecho nada malo, así que por mí todo está bien, solo quería hablar contigo de eso y nada más —alzo mi rostro al suyo —anda y ve, que tu nuevo profesor lleva una hora esperándote en tu despeje del mundo —sonríe para mí y asiento efusiva sintiendo la alegría correrme por las venas con este simple acto que hace. En mi defensa debo decir que no todos los días nos regala una de sus auténticas sonrisas y cuando lo hace es porque se siente cómodo y orgulloso de nosotros. Me levanto corriendo y lo abrazo levemente, rápidamente me encamino fuera y como una niña pequeña brinco hasta estar al frente de la puerta de la biblioteca con ese agradable olor a libros nuevos. Bueno, aquí vamos. De cabeza a conocer a mi nuevo profesor. Pero sobre todo, a ese tal Neythan. Poco a poco bajo la cerradura y el corazón me repiquetea mucho más rápido que antes cuando estuve a punto de entrar, la puerta emite el típico sonido de que alguien la ha abierto y mi cuerpo deja de funcionar cuando sus ojos claros se topan con los míos. —Llega tarde, señorita Kayla.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD