La mujer se paró allí inocentemente con el cabello castaño oscuro rizado, igual que el de Jessi, excepto que el cabello de Joyce era más largo. Aparte de tener la misma altura, no tenían otras características comunes.
La mujer de mediana edad no vio nada malo en su declaración y tampoco le sorprendió lo agitada que estaba su hija.
Hombres como Mateo no darían gratis. Jessi podría pagar el precio de manera diferente para que no se sintiera arrepentida. Además, por su incapacidad para disfrutar de muchos días saludables, deseaba pasar los pocos que tenía de manera inolvidable hasta que ya no existiera.
Mateo no estaba preocupado por la solicitud, sino por el hecho de que la mujer no se molestó en preguntarle cómo le estaba yendo o cuál era la intención de su relación con su hija antes de
