03. Podríamos juntarnos

2076 Words
✧─═ Megan ═─✧ Ese día termina con una parrillada con toda mi familia que, entre anécdotas, recuerdos y bromas, se me pasó volando, haciéndome olvidar de todo ese enjambre de sentimientos y pensamientos que tenía atascados en mi corazón. Cuando ya todos se han ido y subo a mi habitación para darme una ducha e irme a la cama, comienza mi tortura, volviendo a recordar lo que había sucedido, contrastado al hermoso sueño que había tenido mientras estaba en ese maldito atasco. Me había prometido no volver a derramar una lágrima más por lo acontecido, ya que también soy responsable por lo que sucedió; yo no lo detuve, y, por muy contrario a lo que había soñado, me dejé llevar por ese fuego que me incendió apenas nuestros cuerpos se chocaron. Tampoco es que me quede de brazos cruzados sin hacer nada, ya que seguía pensando que, soñar algo tan bonito y significativo, debía significar algo y aunque ahora no entendiera el qué, lo averiguaría a como dé lugar, porque mi estúpido corazón, cree sentirse enamorado de un hombre que realmente no existe. (…) Estos días en la casa de mis padres, los disfruté a concho, salimos a recorrer a los alrededores, cocinamos en familia, vimos películas y conversamos muchísimo. Aproveché de hacerles una videollamada a mis amigos, para saber de ellos, saludarlos y decirles lo mucho que los extraño, además de contarles que la casa había quedado decorada y arreglada, esperando a su regreso. También había aprovechado de hacer unas cuantas compras, ya que me urgía renovar mi imagen en la empresa, así que compré un montón de ropa nueva, porque estaba decidida en no pasar desapercibida para la versión maligna de Kyle. Si él cree que la tensión entre los dos se le pasaría con haberme seducido en aquel baño, es que no conoce a Megan Wilson y ahora, sabría que el que juega con fuego, se quema. (…) Por la mañana del jueves veintitrés, la llamada de un número desconocido me hace desperezar y despertar de golpe. Debo reconocer que en el primero que pensé fue en Kyle, pero tras negar con la cabeza tomo la llamada, aclarándome la voz y dando un bostezo. —Megan Wilson —Una voz bastante varonil y sexy se escucha al otro lado de la línea, por lo que frunzo el ceño, sin saber quién pueda ser—. Mike Roberts, por aquí —agrega, al no haberle contestado. —¡Mike! ¡Hola, tanto tiempo! ¿Cómo estás? —farfullo, atropellando mis palabras. —Bien, después de todo —responde y me doy una palmada mental por preguntarle eso, si acaba de divorciarse—. Supe que estás en la ciudad… —¡Bendito seas, hermanito! —Sí, aunque me quedo hasta mañana, ya que no encontré pasajes para el veintiséis —explico y hace un sonido de estar pensando. —Vaya, qué lástima… —Hace una pausa, aun pensando, ya que lo escucho hacer un sonido—. Podríamos juntarnos a tomar un café o algo así, ¿te gustaría? —cuestiona. —¡Claro! —¡Compórtate, Megan!, suenas desesperada—. Sí, por supuesto que me gustaría, hace muchos años que no nos vemos —respondo menos desesperada, sintiéndome mucho mejor. —Genial entonces, paso por ti en quince minutos —dice y me miro, aún en pijama e imagino mi cabello hecho un desastre. —Está bien, Mike, aquí te espero —contesto, comenzando a entrar en pánico. No lo dejo decir una palabra más, ya que corto la llamada y me voy directo a la ducha. Corro como una maniática por todos lados. Doy vuelta la ropa que había traído y maldigo, por pensar sólo en ropa cómoda, porque estaría sólo con mi familia. Comienzo a abrir las bolsas con las cosas que había comprado y escojo una blusa con colores celestes y grises en un patrón de animal print de lentejuelas y terminaciones grises, la que combino con un jean celeste y una chaqueta sin mangas del mismo material, lo que me hace ver bastante casual y linda a la vez. Me hago ondas en las puntas del cabello. Maquillo sólo mis ojos y termino el conjunto con unos botines de tacón y una bolsa cruzada. Bajo las escaleras, encontrándome con las miradas curiosas de mis padres, ya que todos estos días había estado durmiendo hasta más tarde. —¡Mike Roberts viene por mí! —exclamo, dejándolos aún más intrigados, por lo que bufo y me detengo frente a ellos—. Me ha invitado a tomar un café “o algo así” —menciono, haciendo las comillas imaginarias. Mi madre sonríe ampliamente y mi padre frunce el ceño, ya que siempre me ha celado por todo. —No olvides, que ese muchacho acaba de divorciarse, hija —advierte. —A “ese muchacho” lo conoces bastante bien, James. Es casi como un hijo para ti —Lo regaña mi madre, por lo que revoleo los ojos. —No me gusta que se acerquen a mi nenita —gruñe, por lo que me acerco a él y lo abrazo, dejándole un beso en la frente. —Tu nenita es toda una adulta, papito, ya no soy una niña —susurro con ternura. —Siempre serás mi nenita, Megan —Se excusa, con el ceño fruncido. En ese momento tocan el timbre y siento mi corazón desbocado, ya que no he visto a Mike desde hace muchos años, casi desde el matrimonio de Ray. —Es para mí, ¡deséenme suerte! —exclamo, dándoles un beso a mis padres. —Suerte, preciosa —dice mamá y mi papá gruñe una vez más. Me acerco a la puerta y siento que las piernas se me doblan de la impresión. ¿Cómo alguien en su sano juicio, le pondría los cuernos a tal semental? —me pregunto. —¡Mike! —exclamo y me sonríe, matándome de una vez—. ¡Hola! —Pareces una cría, Megan. —Hola, Megan. Estás… preciosa —Le doy mi mejor sonrisa y cierro la puerta tras de mí, para que comencemos a caminar, encontrándome con un auto espectacular, último modelo. —Gracias. Tú también estás muy guapo —Seguro que eso lo sabe, genia. Me abre la puerta del auto por lo que acepto su mano para subir. El aroma a cuero y su perfume, invaden mis fosas nasales, haciéndome tener pensamientos pecaminosos que no sé si me estén ayudando en este momento. Cálmate, Megan —me regaño. El trayecto en el auto se me pasó demasiado rápido. Nos dedicamos a conversar de todo, sobre el tiempo en el que no nos habíamos visto y más que nada, me preguntó a qué me estaba dedicando, conversación que retomamos cuando entramos a un acogedor café, donde nos sentamos en la terraza, ya que el día está soleado y muy bonito. —Vaya, así que “Morgan and Associates, Investors” —dice con asombro—. No es fácil entrar ahí. Debe ser que eres muy buena en lo que haces —Sonríe y me derrito. —La verdad es que sí, fue bastante difícil, pero más que nada, porque es raro encontrar mujeres en mi área —explico—. Supongo que, tener unos diplomados extra hizo que mi curriculum pesara un poco más que mi género —bromeo. —No puedo creer que en pleno siglo XXI, continúen discriminando por género, es una total estupidez —menciona y asiento. —Pero, así y todo, me costó muchísimo encontrar trabajo —confieso. —Eso es triste, porque me imagino que debes ser muy buena. Siempre fuiste la mejor en tu clase —¡Oh, Dios mío! ¿Cómo se acuerda de eso? —¿Cómo te acuerdas de eso? —cuestiono. —Eres la hermana pequeña de mi mejor amigo, ¿cómo podría pasarlo por alto? —responde—. Además, con Ray, nos encargábamos de corretear a todos los que se atrevieran a mirarte de más —Se ríe y yo quedo en shock. —¿En serio? —cuestiono, sorprendida. —Ups… No le digas a tu hermano que te lo dije o me cortará las bolas —Se ríe, contagiándome a mí. —Tranquilo, tus bolas están seguras conmigo —¡Megan! Siento mis mejillas completamente rojas. —Pues, gracias… —contesta coqueto, por lo que achino los ojos y lo miro con duda. ¿Será posible que me esté coqueteando? Le cambio el tema de conversación, ya que no daba para más y comienzo a preguntarle a qué se dedica o lo que está haciendo por la vida. Mike me cuenta que tuvo un negocio junto al hermano de su ahora ex esposa, el cual tuvo mucho éxito, pero que, por los malos pasos de su ex cuñado, comenzaron a tener problemas económicos los que estuvieron a punto de llevarlo a la quiebra y que una empresa lo compró antes de que eso ocurriera. Ahora, después de un tiempo de pensarlo mucho y analizar sus probabilidades y de qué hacer con su vida, comenzó con un negocio que espera sea el indicado, ya que es con lo que siempre soñó. —Entonces ahora te dedicas a los autos… —asevero y asiente con una amplia sonrisa. —Así es. Compre una concesionaria de autos de lujo y llevo tres locales inaugurados y con muy buenas ventas —comenta con orgullo. —¡Felicidades! —Lo felicito—. ¡Por los nuevos comienzos! —Alzo mi taza de café, simulando un brindis, por lo que vuelve a reír. —Gracias por tus palabras, Meg —Me guiña un ojo y siento cómo mis mejillas se sonrojan, ya que es innegable que el condenado está como quiere—. Hablando de palabras… —menciona—. Tengo unos amigos en American Airlines, que te han conseguido un vuelo a última hora, para el veintisiete en la madrugada —Mis ojos se abren como platos y no puedo más que pararme, rodear la mesa y abrazarlo, agradecida por tan maravillosa noticia. Mike estalla en carcajadas, ya que no se imaginaba que lo abrazaría de esa forma, así que mientras seguimos abrazados, susurro cerca de su oído. —Ya me dirás, ¿cómo deseas que te devuelva este maravilloso favor? —Lo siento tensarse y me separo de él, caminando coqueta a mi puesto. —No es nada, Meg… Creo que con que hayas aceptado esta invitación es más que suficiente —responde y le sonrío. —¿Cómo no iba a aceptar, si estuve tantos años de mi vida enamorada de ti? —confieso y se vuelve a quedar de piedra—. ¿Por qué crees que nunca salí con nadie en la prepa? —agrego. —¿En serio? —pregunta y asiento, ya que no me avergüenza decírselo. —Creí que Ray te lo había dicho, si hasta hace unos días me molestaba contigo —comento y sonríe. Volvemos a cambiar de tema hasta que su teléfono comienza a sonar una y otra vez, se excusa y toma las llamadas en las cuales habla por largos minutos. Lo vuelven a llamar y me dice que esta época es así. Pasamos gran parte de la mañana conversando, hasta que me deja nuevamente en la casa de mis padres, ya que tiene un almuerzo con unos inversionistas con los que pretende abrir una nueva sucursal en Miami, así que posiblemente nos podríamos ver allá en unos meses, cosa que me parece genial. —Fue un placer hablar contigo, Meg. Eres muy refrescante —Sonríe y toma mi mano, dejándome un casto beso en el dorso. —Igualmente, Mike ¿Nos vemos en nochebuena? —pregunto y asiente, no sin antes, mandarme por mensaje el pasaje de avión—. Muchas gracias por esto, Mike. No sabes lo importante que es para mí —Lo vuelvo a abrazar, dejándole un sonoro beso en la mejilla. —Nos vemos mañana por la noche —Me guiña el ojo y asiento. —Hasta mañana, Mike —Me bajo del auto, cierro la puerta y camino lo más coqueta que puedo hacia la puerta, volteándome para despedirme con la mano y es cuando lo veo partir. Suelto el aire que no sabía que estaba reteniendo y toco el timbre de la casa de mis padres, para contarles las buenas nuevas.
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