—¿En qué piensas? —preguntó Alex, mientras caminábamos en silencio a nuestra habitación, después de dejar a Mari dormida en su cuarto. —En nada, eso no me funciona, así que dejé de hacerlo —contesté apresurando el paso. Precisaba llegar a la habitación lo antes posible, la vista de los ventanales prometía que el cielo estaba por hacer pedazos la poca calma que tenía en esos momentos. Los truenos no eran algo que me hicieran reír, y esa noche tormentosa prometía hacerme sufrir. Casi corriendo entré a la habitación, justo cuando un rayo iluminó todo el lugar donde estábamos. El estruendoso sonido de segundos después me dejó tan helada que no pude moverme. —¿Estás bien? —preguntó Alex entrando después de mí a la habitación. —Disculpa, me están llamando —dije tras sonreír, intentando a

