Shirley paró un taxi y subió con Leo. Después de que Shirley le dijera la dirección al conductor, llegaron al destino en menos de veinte minutos. —¡Ya hemos llegado! Shirley salió del auto, tirando de la corbata del hombre como si fuera un cachorro. Ahora mismo, delante de Shirley y Leo, había edificios esparcidos por todas partes. Los edificios eran casas de forma circular con caparazones fluorescentes. En la vasta noche, las pequeñas casas emitían una luz fría. A simple vista, parecían pequeñas estrellas, lo cual era bastante romántico. —¿Cómo es? ¿El local es lo bastante grande y bonito? Shirley se volvió para mirar a Leo con una mirada orgullosa. —Esta es mi base secreta. Se utiliza especialmente para aliviar la presión. Normalmente, no se lo cuento a los demás. —¿Base secreta?

