Entramos al dormitorio, mi Nana está peor que mi, ella saca todo y lo pone sobre la cama mientras me ducho, estoy feliz y nerviosa, mi cabello lo llevaré suelto, no me lo voy a mojar, está hermoso. —Nana, me miro bien. No veo exagerada. —Estás hermosa. La verdad eres muy linda, sonríe y sé tú misma. —Estoy muy nerviosa, no sé cómo es él, pero si tengo claro las palabras que le diré de agradecimiento. Tengo casi un año ensayándolas. —Tranquila, todo saldrá bien. Brinca del susto cuando tocan a la puerta, la Nana sonríe al verla nerviosa, ella se encarga de abrir la puerta, es el abogado que las apresura, se despide de la joven deseándole suerte, el abogado le regala una sonrisa. —¡Nos vamos! —Sí. Señor Williams, muchas gracias, porque sé que es gracias a usted que él está aquí. —Par

