—Vaya, chica misteriosa —murmuró Hassan con una sonrisa que se ensanchó considerablemente, revelando dientes perfectos que brillaban bajo las luces del tablero—. ¿Ya tienes ganas de empezar la diversión? Leila asintió sin palabras, sorprendida por su propia audacia pero disfrutando intensamente de la sensación de poder femenino que le daba actuar sin las inhibiciones que normalmente la caracterizaban en su vida profesional y personal. Era como si el hijab no solo ocultara su identidad, sino que hubiera liberado una versión más atrevida de sí misma. —¿Entonces no me vas a dejar ver tu cara hermosa en toda la noche? —insistió Hassan, con curiosidad genuina mezclada con una excitación creciente que se reflejaba en su forma de manejar, más agresiva y confiada. —No, definitivamente no quiero

