—¿Pero en serio tienes que irte ahora? —insistió Hassan, levantándose de la cama con su cuerpo desnudo brillando bajo la luz suave del penthouse. Se acercó a la mesita de noche y tomó una copa de champán que había quedado olvidada durante su encuentro, como si el alcohol pudiera ayudarle a procesar esta situación inesperada—. Quería pasar toda la noche contigo, conocerte mejor. Te iba a cocinar algo especial, tal vez desayunar juntos mañana...
Leila, ya con el vestido rojo de cuero sintético puesto, aunque el cierre lateral estaba visiblemente torcido, lo miró por un instante a través de la rendija del hijab rojo. Sus ojos oscuros brillaban con una mezcla compleja de determinación y algo que podría haber sido pesar, pero que se negaba a mostrar completamente.
—Déjame ir, por favor —dijo
