Bibi lo miraba pensativa con esos ojos claros que parecían escudriñar directamente su alma, como si estuviera evaluando cada fibra de su carácter para determinar si realmente merecía su confianza. Había algo en la forma en que Omar la observaba, con esa mezcla de preocupación genuina y respeto que jamás había experimentado con ningún hombre antes, que la desconcertaba profundamente. Aprendió a duras penas a no confiar en nadie. Pero Omar parecía diferente. Tenía un aura de protección genuina emanando de cada gesto, de cada palabra, como si realmente quisiera cuidarla sin esperar nada a cambio. Era una sensación extraña y nueva que la llenaba tanto de esperanza como de desconfianza instintiva. «Se nota confiable este ricachón. ¿Será que le cuento toda la verdad?» ―se dijo suspirando liger

