Nina se quedó completamente inmóvil en el agua tibia del jacuzzi, con sus ojos marrones fijos en los verdes de Salomón como si hubiera visto un fantasma. —¿Qué fue... lo que dijiste? ¿Que matarías por mí? —preguntó con una voz que temblaba tanto por las secuelas del orgasmo como por una nueva corriente de inquietud que comenzaba a filtrarse por sus venas como hielo líquido. Salomón la miró fijamente, y por un momento, Nina pudo ver algo oscuro y peligroso brillando en las profundidades de sus ojos verdes. Era como si su otra máscara hubiera resbalado momentáneamente, revelando la verdadera naturaleza del hombre que tenía frente a ella. Sus facciones se endurecieron como algo letal, que le heló la sangre en las venas. —Sí —respondió con una frialdad que contrastaba brutalmente con la te

