Nina observó el anillo de 5 quilates que ahora adornaba su dedo, sintiendo cómo su corazón latía con una mezcla de incredulidad y emoción abrumadora. Era como sostener una estrella en su mano, algo tan precioso y valioso que durante toda su vida solo había existido en sus sueños más imposibles y locos. Sus ojos se llenaron de lágrimas contenidas mientras giraba lentamente su mano, observando cómo cada movimiento hacía que el diamante cobrara vida con destellos hipnóticos. Era la primera vez en su existencia que alguien le regalaba algo tan significativo, tan permanente, tan lleno de promesas futuras. El peso del anillo en su dedo era ligero físicamente, pero emocionalmente representaba un mundo de posibilidades que jamás había imaginado. «¿Yo con un anillo de diamantes? No puede ser. ¡Se

