Sus ojos claros brillaban con una mezcla de asombro y incredulidad mientras sacaba prenda tras prenda: abayas elegantes de diferentes colores, hijabs de seda fina, túnicas bordadas a mano, pantalones holgados tradicionales, y zapatos cómodos pero hermosos. Todo en su talla exacta, todo perfectamente coordinado según el estilo modesto de Bibi como mujer afgana. —¿Esto me lo compraste todo para mí? —preguntó Bibi con una voz pequeña que traicionaba la emoción que intentaba contener, alzando una abaya azul marino con bordados dorados que brillaba suavemente bajo la iluminación del apartamento. Omar, sentado en el sofá observándola con esa expresión melancólica que caracterizaba sus hermosos ojos verdes, asintió con una sonrisa genuina que suavizaba sus facciones habitualmente serias: —Sí,

