Apretó un poco más su agarre, hasta que sintió el pulso acelerado de Soraya bajo sus dedos. La mujer, a pesar de su determinación anterior, no pudo evitar que el terror se reflejara en sus ojos. La sensación de asfixia controlada despertaba en ella no solo miedo sino, perturbadoramente, con una excitación que la confundía y avergonzaba. El mero contacto físico con Salomón, incluso en estas circunstancias violentas, activaba recuerdos de aquella atracción que siempre había sentido por él, mucho antes de casarse con su hermano mayor. —O si no, ya no responderé —completó Salomón, percibiendo la reacción contradictoria de Soraya y despreciándola aún más por ello. El miedo que emanaba de ella era tan intenso que pareció paralizar sus cuerdas vocales. No pudo articular palabra alguna, limitánd

