El rubor que había comenzado a desvanecerse de sus mejillas tras el incidente del baño ahora regresaba con renovada intensidad, tiñendo su piel de un rosa delicado que se extendía hasta su cuello. Salomón tomó la bolsa con una cautela que no podía explicar, como si el contenido pudiera ser algo peligroso. El papel crujió bajo sus dedos mientras exploraba el interior, sintiendo algo suave al tacto. Con movimientos deliberadamente lentos, extrajo el contenido, consciente de que Nina lo observaba con el rabillo del ojo, mordiéndose el labio inferior en un gesto que revelaba su ansiedad. Entre sus manos apareció un peluche de león, no muy grande pero exquisitamente detallado. El felino de felpa tenía una melena abundante y esponjosa, de un color oscuro que recordaba vagamente al tono natural

