Un nudo se formó en su garganta, obstruyendo el flujo de palabras por un momento. El peso de tantos años de decisiones imposibles, de sacrificios constantes, de supervivencia día a día, parecía concentrarse en este instante crucial. Nina puso las manos en la cara de Emir, sintiendo bajo sus palmas la transición de niño a hombre que estaba ocurriendo demasiado rápido, acelerada por circunstancias que ningún adolescente debería enfrentar.
—Déjame pagarte lo mal que te he tratado, hermano —la voz de Nina se quebró como una rama seca bajo demasiada presión. La barrera cuidadosamente construida que contenía sus emociones se desmoronó, permitiendo que las lágrimas, tanto tiempo retenidas, finalmente encontraran libertad.
Corrieron por sus mejillas como pequeños ríos salados, surcando caminos q
