—¡Ohhh! — exclamó, con su voz temblorosa rompiendo el silencio del baño. ―Mueve las caderas mientras te toco. Muévelas al ritmo de mi mano. Ella obedeció y comenzó a mover a mover sus caderas como se movía la mano de Salomón, aquello era extremadamente placentero, tanto que ese contacto que la desarmaba. «Mierda…. que me está pasando»―decía ella sintiendo como se mojaba cada vez más. Él, sin detenerse, con su mano en la vag¡na, continuó chupando su cuello. Sus dientes rozaban la piel de ella con una delicadeza que contrastaba con la intensidad de sus dedos. Cada movimiento era un asalto a sus sentidos, y Nina sin poder contenerse, sentía su cuerpo rendirse, con sus piernas temblando bajo el peso de las sensaciones. De repente, Salomón la tomó por la barbilla con su mano libre, volt

