—¿Qué cosa específicamente? —preguntó Salomón, aunque tenía la sospecha de que sabía exactamente hacia dónde se dirigía la conversación.
—¿Por qué te niegas consistentemente a abrazar completamente el islam? —preguntó Mustafá con la franqueza directa que décadas de confianza mutua le permitían—. ¿Hay algo… oculto, alguna razón personal que no has compartido?
—No hay nada oculto —respondió Salomón firmemente—. Pero tú sabes perfectamente que soy un hombre internacional, que opero en contextos globales. Debo beber alcohol en reuniones de negocios con occidentales, debo socializar en ambientes que requieren cierta flexibilidad cultural, debo navegar sistemas sociales que no siempre son compatibles con prácticas religiosas estrictas. No puedo ser alguien rígidamente conservador en mis prácti
