―Mmm―fue el sonido casi inaudible que escapó de su garganta.
Hassan, testigo silencioso de toda la escena, giró rápidamente al ver que Nina se aproximaba. Con naturalidad de quien ha pasado décadas fingiendo, adoptó la postura de un comensal cualquiera absorto en una conversación telefónica, dándole la espalda estratégicamente para evitar ser reconocido.
Nina pasó junto a él sin notarlo, con su mente demasiado ocupada procesando el encuentro, y sus pasos acelerados revelando su urgencia por alejarse de aquella presencia perturbadora que era Salomón Al-Sharif. El magnate permaneció inmóvil en medio del pasillo, con las manos nuevamente en los bolsillos, y su postura aparentemente relajada contrastando con la tormenta interior que lo consumía. La frustración ensombrecía su rostro cincelad
