—¡Mierda! —exclamó Salomón, quien odiaba las cucarachas con pasión irracional, alejándose instintivamente del insecto como si fuera más peligroso que cualquiera de los matones a los que había enfrentado.
—¿Nos vamos de aquí a otro lado o te vas a quedar con tu futura mujer en ese apartamento de la vieja? —preguntó Hassan, sin molestarse en ocultar la diversión en su voz ante la reacción exagerada.
Salomón, pegado a la pared mientras aplastaba implacablemente a la cucaracha con su zapato, respondió:
—Me quedaré aquí, seguiré pegado a mi papel para estudiarla —declaró, encogiéndose de hombros como si la decisión fuera puramente estratégica y no emocional—. Le daremos más dinero a esa vieja y que se largue pronto y me deje a solas con ella y... tú también. Además, hoy... hay "prioridad dos
