—Mierda —masculló, con la realidad golpeándolo con la fuerza de un mazo. Sus dedos rozaron entonces su cabello, sintiendo con alarma creciente cómo la peluca se había desplazado durante la noche, exponiendo parte de su cabello verdadero en la nuca. «Mierda, mierda― pensó, la lucidez matutina disipando la niebla de deseo que había guiado sus acciones la noche anterior.―¿En qué estaba pensando?» Al incorporarse rápidamente, su pie derecho chocó contra la pata metálica de la cama, y un dolor agudo que ascendió por su pierna como una corriente eléctrica. Contuvo un aullido mordiendo su labio inferior hasta casi hacerlo sangrar, mientras cojeaba levemente hacia donde había dejado su ropa. —Carajo —susurró, equilibrándose precariamente en un pie mientras masajeaba el otro. Miró hacia la cam

