—¿Qué significa? —Mierda, maldita sea —tradujo ella al inglés, permaneciendo de pie con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, su cuerpo formando un arco perfecto de rendición, completamente entregada a las sensaciones que la atravesaban como corrientes eléctricas. Cada caricia experta, cada roce calculado de sus dientes, cada movimiento preciso de sus dedos dentro de ella la sumergía más profundamente en un hechizo del que no deseaba despertar. Estaba atrapada, no por la fuerza física ni por la dominación, sino por el deseo abrumador que él despertaba en cada célula de su ser, como si su cuerpo hubiera encontrado finalmente su verdadero propósito y ya no le perteneciera a ella, sino que respondiera únicamente a las manos maestras y la voz hipnótica de Salomón, aunque ella cre

