En la cocina ultramoderna, con electrodomésticos de acero inoxidable y encimeras de mármol, Nina preparaba meticulosamente el desayuno: huevos Benedict perfectamente ejecutados, pan árabe recién horneado, hummus cremoso con un toque de limón, fruta fresca cortada en formas geométricas precisas, y un café árabe aromatizado con cardamomo servido en pequeñas tazas de porcelana fina. —Listo, le gustará —dijo Nina, contemplando la mesa perfectamente dispuesta, cada detalle atendido con la precisión de quien sabe que su sustento depende de la perfección. Emir, quien había ayudado a colocar la vajilla de plata y cristal, asintió con entusiasmo: —Claro que sí, Nina, está delicioso. El sonido del motor de un Bentley anunciando la llegada de Soraya los puso en alerta. Nina se alisó nerviosamente

