―No te despediste con respeto ―susurró con voz ronca, su mirada intensa fija en los labios entreabiertos de Nina―. Adiós, señor Al-Sharif, para tu información. Normas de etiqueta. El aroma inconfundible de Salomón invadió los sentidos de Nina, mezclándose con el miedo y algo más indefinible que aceleraba su pulso. Podía sentir la fuerza contenida en los dedos que rodeaban su brazo, no lo suficiente para lastimarla, pero sí para recordarle el poder físico que él poseía. «Estúpido loco»―pensó ella. ―Esta bien ―respondió con voz temblorosa, intentando mantener la compostura―. Adiós... señor Al-Sharif. ―Así me gusta ―aprobó él, con su voz descendiendo a un tono más grave. El tiempo pareció detenerse mientras sus miradas se encontraban: Nina con un cóctel de emociones contradictorias que n

