—Solo te amenacé porque quería que fueras a la empresa y no fuiste —se defendió él, con su voz sonando extraña desde su posición de sumisión. —Sí, pero me hiciste pasar un mal rato —replicó Nina, preparándose para la segunda. Luego Nina levantó su mano izquierda y le dio la segunda bofetada, esta vez en la otra mejilla, con igual fuerza y determinación: —Esto, por rogarte que vinieras a la fiesta de Emir. Me tenías todo el día con un nudo en la garganta. —Pero fui y le llevé regalos, claro que iba a ir —protestó él tratando de recuperar su orgullo. —Sí, pero igual me hiciste sentir mal. Lloré en el baño. Pero para sorpresa de Salomón, eran dos bofetadas acordadas, pero Nina le dio una tercera, esta vez con más fuerza, el sonido resonando como un trueno en la habitación: —Y está por

