Nina se posicionó frente a Salomón. Solo quedaba una máscara por descubrir y un secreto más por revelar, pero en el fondo de su corazón sentía un alivio profundo y liberador al saber que Ahmed había sido él todo el tiempo. La confesión de Salomón había removido un peso enorme de sus hombros, como si finalmente pudiera respirar después de horas conteniendo el aliento. Ya no veía a Salomón con los mismos ojos de desconfianza y resentimiento. La revelación había cambiado fundamentalmente la dinámica entre ellos, transformando su percepción de este hombre complejo que había arriesgado tanto solo para estar cerca de ella. Con su mano pequeña pero decidida, Nina comenzó a frotar el enorme miembr0 de Salomón, sintiendo cómo se endurecía gradualmente bajo su toque mientras lo miraba directamente

