En ese instante cuando Nina le dijo aquello, vio la expresión seria que comenzó a formarse en el rostro de Salomón, y notó cómo sus facciones se endurecían ligeramente y esa mirada autoritaria e intimidante que podía proyectar sin esfuerzo alguno, por lo tanto, Nina sintió una punzada de pánico atravesarla como un rayo.
Salomón frunció el ceño profundamente, con sus espesas cejas oscuras creando una línea severa sobre sus ojos verdes que ahora brillaban con una intensidad que la hacía sentir como si estuviera bajo un microscopio. Su mandíbula se tensó visiblemente, y toda su presencia se transformó de la del amante tierno y complaciente a la del magnate poderoso e intimidante que controlaba imperios con una mirada.
—¿Pero qué sucede? —preguntó con una voz que destilaba autoridad absoluta
