—Es inaceptable, Philippe. Completamente inaceptable —declaró con esa autoridad heredada que había perfeccionado durante décadas de conseguir lo que quería inmediatamente—. Soraya ya las había pedido primero. Ahora mi madre y mi Soraya serán de segunda categoría con esa recién llegada, la pareja de Salomón. Esta vez sí que te pasaste.
Philippe se dio cuenta de que estaba navegando por aguas extremadamente peligrosas. La clientela árabe de élite no toleraba sentirse humillada o relegada a segundo plano, especialmente cuando se trataba de símbolos de estatus tan visibles como las carteras Hermès. Un cliente insatisfecho de esta categoría podía arruinar su reputación en toda la región con una sola llamada telefónica.
—Comprendo perfectamente su frustración —murmuró Philippe con esa diplomac
