Salomón lo miró con enojo, pero trató de ser diplomático porque se trataba de Mustafá y lo respetaba como a un padre. —Lo sé, pero mi padre está en coma. Si, la mujer no es rica, es pobre. Además, inicialmente habíamos firmado un contrato de maternidad subrogada meticulosamente detallado —explicó, con su voz adoptando el tono profesional que usaba para presentaciones empresariales importantes—. Ella llevaría a mi heredero durante los nueve meses de gestación a cambio de compensación financiera sustancial. Todo estaba legalmente documentado por los mejores abogados especializados en derecho familiar internacional, sin complicaciones emocionales o familiares potenciales que pudieran interferir posteriormente con nuestros planes a largo plazo. Hizo una pausa calculada, saboreando el momento

