—Ssshh, cállate —susurró con urgencia, con su voz apenas reconocible, transformada por el placer en algo más profundo, más animal como lo era él. Su cuerpo entero temblaba con cada espasmo, el condón expandiéndose mientras se llenaba con su semen caliente. Nina, aún conmocionada por aquella súbita demostración de poder, apretaba instintivamente su intimidad alrededor de él con una presión que casi lo hizo perder la razón. Esa respuesta involuntaria de su cuerpo, esa forma en que lo abrazaba desde adentro, intensificaba cada ola de placer hasta límites insoportables. El hombre abrió su más su boca mientras eyaculaba, incapaz de contener la expresión física de un placer tan intenso que bordeaba el dolor. —Aaaaaah…aaaaah —el sonido emergió de lo más profundo de su ser, un gemido casi dolor

