La saliva del oficial salpicó el rostro de Salomón, una indignidad tan inimaginable que por un momento contempló seriamente revelar su identidad solo para ver la expresión de horror absoluto que se dibujaría en aquel rostro sudoroso. En su vida como Salomón Al-Sharif, un gesto suyo habría bastado para que este hombre fuera degradado, trasladado al puesto fronterizo más remoto del país, o simplemente en su mundo mafioso, estuviera picado en pedazos, bajo "un accidente" Pero algo en las expresiones aterrorizadas de Nina y Emir lo detuvo. Comprendió, con claridad súbita, que revelar su identidad significaría el fin del juego, de este extraño paréntesis de su existencia donde experimentaba facetas de la vida completamente ajenas a su realidad privilegiada. El teniente Kader, interpretando el

