El humo del cigarrillo parecía disolver las paredes del baño, transformando los azulejos manchados y el moho en las calles empedradas de Tirana. Nina sintió cómo los recuerdos de Albania se materializaban en su mente con una nitidez dolorosa, como si hubieran ocurrido ayer, transportándola dos años atrás, cuando tenía veintidós años y todavía albergaba la capacidad de creer en promesas. Tirana, Albania. Dos años antes… Nina, con apenas veintidós años, caminaba apresuradamente por la calle empinada que llevaba al pequeño apartamento que compartía con Emir, quien entonces tenía sólo trece años. Su cabello castaño, recogido en una coleta sencilla, se mecía con cada paso mientras sostenía una bolsa de papel con pan recién horneado y una botella de leche. En la esquina, junto a un quiosco de

