Laura fue despertada por Marco quien se encontraba besando su cuello. Ella no estaba acostumbrada a este tipo de intimidad y Marco parecía ansioso por ponerle las manos encima. Cuando trató de acariciarle la espalda, Laura lo detuvo colocando su mano sin yeso sobre la de él. - ¡Buenos días! - Buenos días. - Vamos al shopping. - No es necesario. - Claro que lo es, ¿crees que no me he dado cuenta de que no llevas casi nada del armario? Además, también la he visto colarse en el cuarto de lavado para lavar las pocas piezas que le gustan. - No pensé que habías notado eso. - No te gustó mucho la ropa, ¿verdad? - Me gusto, todo esta preciosos, parecen cómodos, pero son ajustados y la mayoría me aprietan en caderas y muslos. No fue hasta que terminó la oración que se dio cuenta de

