Laura volvió a casa más aliviada de estar bien físicamente y de no tener que lidiar con secuelas. Pero al mismo tiempo, la acosaba la angustia de saber que ya no tenía más excusas para huir de su marido. A ella le gustaba, a veces cuando la besaba y decía cosas lindas para calmarla, Laura sentía que los latidos de su corazón cambiaban. Su olor la dejó deseando algo que ni siquiera sabía qué era. Cuando él se bajaba de su caballo sudoroso y sin camisa, a ella no le importaba estar pegada a él. De hecho, era maravilloso sentir el contacto e incluso con los ojos cerrados saber que él era el que estaba con ella, por su olor. Marco salió del auto y la besó. Antes de dirigirse a su caballo que estaba pastando en la entrada, junto a los escalones, se quitó la camisa y se la entregó. Nerviosa, L

