El trío regresó a la mansión Auberron alrededor del mediodía.
Aproximadamente una hora después, Ser Simon llegó a la mansión con una inusual ausencia de escolta o séquito. Inmediatamente, los dos hombres se abrazaron como si fueran familiares que no se hubieran visto en años.
"¡Viejo, ya pasó demasiado tiempo!", saludó Corantin.
—Niño, aún tienes esa mala costumbre. ¿Quién te dijo que podías llamarme «viejo»? No soy ningún viejo —replicó el general con desaprobación.
"Pararé cuando dejes de llamarme niño. Ya soy un adulto", replicó el hombre más joven.
—Bueno, de todos modos, aquí están Emily y Vallerie —dijo Corantin mientras señalaba a sus hijas.
—¡Oh! ¡Oh! ¿Son estas deliciosas criaturas tus esclavas?
"Sí, serán tus alumnos, en concreto Emily. Es una maga de tierra, pero no tuvo
