Como Corantin ya no tenía prisa por llegar a la capital, esta mañana no tenía prisa. Lo hizo a un ritmo mucho más relajado que el de los últimos días. Además, presentía que su salida apresurada le traería una reprimenda del personal directivo, a pesar de haber hecho todo el papeleo pendiente de su revisión antes de comenzar sus preparativos. También se tomó unas horas para entrenar con las chicas en el pequeño campo de entrenamiento, apretujado entre los jardines.
Tras el almuerzo, el trío partió hacia el mercado de esclavos. Aún faltaban unos días para la gran celebración conjunta de fin de año. Pero Corantin, como la mayoría, quería explorar con antelación y no verse sorprendido por la aparición de su objetivo perfecto tras gastar su presupuesto en chicas inferiores.
Los comerciantes d
