Emily y él se conocieron hace cuatro años. Fue cuando Corantin ingresó en la Real Academia de Jóvenes Caballeros. Como su nombre indica, es una escuela para jóvenes nobles con una tradición peculiar. De hecho, la academia es la principal defensora de la esclavitud s****l en el país.
Por lo tanto, además de educar a los jóvenes, se enorgullecía de entrenar a las jóvenes como esclavas. Criadas expertas tanto en el servicio diurno como en el nocturno. Estas chicas eran en su mayoría hijas de exalumnas que deseaban seguir los pasos de sus madres.
Luego, las cohortes se llenaron de voluntarias dispuestas a servir como esclavas para escapar de su vida actual. Una vez que todos los nuevos estudiantes se reunieron en la academia, los chicos tuvieron la oportunidad de elegir a una chica, según el orden de clasificación del examen de ingreso, creando parejas de amo y criada para los tres años de educación.
Pero el año en que Corantin ingresó en la academia, se desataba una guerra con la vecina Cydonia. Esto provocó que muchos norteños desaparecieran en incursiones enemigas, incluyendo suficientes novatas como para causar una desigualdad entre el número de nuevos estudiantes, hombres y mujeres.
Incluso con algunas plazas vacantes cubiertas con reservistas, la academia seguía careciendo de una mujer. Para solucionar este problema, la facultad decidió admitir a una esclava recién traída de Cydonia, argumentando que una compañera apática sería un castigo adecuado para una estudiante con bajo rendimiento.
Esa mujer era Emily, elegida por la academia al enterarse de que había trabajado como criada en una casa cydoniana. Sin embargo, ocurrió algo inesperado. Corantin había obtenido la mejor puntuación en el examen de admisión. Por lo tanto, le dieron la primera opción y eligió a Emily.
Los profesores intentaron detenerlo. Después de todo, una mala criada perjudicaba a su amo. Si bien el profesor no penalizaría a una criada con poca educación, esto le afectaría de otras maneras. Una criada apática también perjudicaría a su amo y podría llevarlo a la reclusión de los demás estudiantes, lo que pondría en peligro sus calificaciones en asignaturas similares, como la clase de sexo.
Y menos aún fuera de la academia, una criada inútil provocaría la condena de otros nobles. A pesar de las advertencias de los profesores, no modificó su selección. Estaba enamorado de ella.
Pasaron las semanas y, al comenzar las clases, Emily sorprendió a todos. Rápidamente la reconocieron como una talentosa. Se convirtió rápidamente en la mejor de sus clases, excepto en educación s****l. Si bien mostraba gran entusiasmo en todas las demás asignaturas, desmintiendo las suposiciones de los profesores, en cuanto al sexo, se negaba a participar y a menudo sufría crisis nerviosas en medio de las sesiones.
Algunos de sus compañeros, con los que se hizo amiga, se preocuparon por sus problemas en las clases de servicio e intentaron comprender qué estaba pasando. Desafortunadamente, no lograron que se abriera, pero al menos lograron que Emily se sintiera un poco más cómoda complaciendo a su amo durante el estudio.
Las semanas se convirtieron en meses, el invierno se acercaba a su fin, anunciando el fin de su primer año. Durante ese tiempo, Corantin hizo todo lo posible por acercarse a Emily con la esperanza de que por fin le abriera su corazón.
Una noche, Emily y Corantin estaban en su habitación. Acababan de regresar de una recepción formal. Corantin, al ser de un pueblo alejado de la capital, no le gustaban estas reuniones sofocantes, sobre todo porque se había criado en una región lejana; sentía el desprecio de los capitalinos.
Pero no podía faltar a estos frecuentes eventos porque necesitaba contactos. Para enterrar sus esperanzas de escapar de esta tortura, muchos profesores de la academia asistían regularmente. La academia tenía como objetivo formar a los futuros miembros de la alta sociedad del reino; no participar en ella haría quedar mal a cualquier estudiante, especialmente a uno destacado como Corantin.
Acababa de quitarse el traje formal y estaba a punto de despedir a Emily para que descansara en el dormitorio de las criadas. Pero al mirarla, sintió que algo no cuadraba.
—Emily, ¿pasa algo?— preguntó preocupado.
—No, amo... amo, no es... nada —respondió ella intentando calmarlo, pero su voz quebrada la delató.
—Ven, siéntate, dime qué te pasa—, dijo Corantin usando un tono que transmitía que no aceptaría un no por respuesta.
Emily asintió y se sentó en la silla cercana. Como si la voluntad de Emily solo se mantuviera firme porque tenía que mantenerse despierta. Al descansar en la silla, su fachada se desmoronó y empezó a llorar de una forma similar a la que experimentó durante las prácticas sexuales en sus primeros meses juntos. Como no había ocurrido nada s****l hoy, Corantin estaba desconcertado por qué estaba sucediendo. Caminó lentamente hacia la mujer que lloraba.
—Emily, ¿no podrías explicarme qué te pasa? —preguntó extendiendo una mano para consolarla.
Luego pasó varios minutos intentando tranquilizar a la mujer que sollozaba. Finalmente, ella logró calmarse.
—Lo siento, amo, esto no es propio de una sirvienta. Soy un fracaso —logró decir entre lamentos.
Está bien, vacía tu corazón. No necesitas guardar lo que te debilita.
—Yo... yo... ¿Sabes que fui sirvienta de una familia Ducal Sidonia? —murmuró Emily finalmente después de varios minutos.
—Sí, y te capturaron mientras intentabas huir de la zona de guerra.
—Es cierto, pero sorprendentemente los soldados me trataron muy mal, aunque temía que me maltrataran.
Corantin pensó que la habían tratado tan bien probablemente fue porque la habían marcado como —buena calidad superior.
El problema era la familia para la que trabajaba. Era huérfana, y que me contrataran como criada siendo niña me pareció un sueño, pero se convirtió en una pesadilla. El cabeza de familia sentía predilección por las jovencitas... y no era el único. Muchos de sus hombres eran iguales. Por eso, al duque le gustaba organizar fiestas donde se turnaban para destrozar a la pobre criada que le llamaba la atención. —Hizo una pausa, respirando con dificultad.
—Debí de haberle llamado la atención al duque, porque me arrastraban al sótano que se usaba para estas orgías casi todas las semanas. Aunque infernales, estas noches estaban lejos de ser las peores. Lo peor era la angustia que sentía después. Por un lado, no podía hablar de esto con nadie. Sabía que algunas criadas participaban voluntariamente, mientras que otras ayudaban al duque a guardar el secreto, delatando a cualquier chica que intentara hablar de ello.
Apenas se mantenía erguida. Corantin sentía que podía desplomarse en cualquier momento.
Tras una pausa, recuperó la compostura y continuó: —Pero lo peor fue interactuar con los hombres que participaban en las fiestas. Siempre me vendaban los ojos, pero eso no me impedía oír sus voces. Me asustaba constantemente por qué me miraban. ¿Estaban debatiendo si podían usarme contra la orden del duque de tocar solo a las chicas durante las fiestas? ¿O anticipaban lo que me harían esa misma noche? En cuanto a hoy, fue ese día cuando me arrastraron por primera vez a una fiesta para entretener a los invitados y no puedo borrar estos recuerdos de mi mente.
—No te preocupes, Emily. Se acabó, nunca volverás allí. Me aseguraré de ello—, susurró suavemente Corantin mientras continuaba tranquilizándola.
Mientras abrazaba a Emily, Corantin estaba extasiado. Por fin se había abierto a él y le había revelado lo que le pasaba. Sintió que, más que el sexo, el miedo era lo que la torturaba. Al final, supo cómo sanar las profundas heridas que la aquejaban. Necesitaba sentirse segura.